viernes, 6 de abril de 2012

Aleph


"...Estoy mirando a la luz, a un lugar sagrado, y una ola viene en mi dirección, llenándome de paz y amor, aunque esas dos cosas nunca anden juntas. Me estoy viendo a mí mismo, pero a la vez están ahí los elefantes con las trompas erguidas en África, los camellos en el desierto, las personas conversando en un bar de Buenos Aires, un perro que atraviesa la calle, el pincel que se mueve en las manos de una mujer que está a punto de terminar un cuadro de una rosa, nieve derritiéndose en una montaña en Suiza, monjes entonando cánticos exóticos, un peregrino llegando ante la iglesia de Santiago, un pastor con sus ovejas, soldados que acaban de despertar y se preparan para la guerra, los peces en el mar, las ciudades y bosques del mundo... todo tan claro y tan gigantesco, tan pequeño y tan suave. 
Estoy en el Aleph, el punto donde todo está en el mismo lugar al mismo tiempo.
Estoy en una ventana mirando al mundo y sus lugares secretos, la poesía perdida en el tiempo y las palabras olvidadas en el espacio. Aquellos ojos me están diciendo cosas que ni siquiera sabemos que existen, pero están ahí, listas para ser descubiertas y conocidas sólo por las almas, no por los cuerpos. Frases que son perfectamente comprendidas aunque no sean pronunciadas. Sentimientos que exaltan y sofocan al mismo tiempo.
Estoy ante puertas que se abren por una fracción de segundo y después vuelven a cerrarse, pero que permiten vislumbrar lo que está oculto detrás de ellas, los tesoros, las trampas, los caminos no recorridos y los viajes jamás imaginados.
- ¿Por qué me miras de esa manera? ¿Por qué tus ojos me están mostrando todo eso?
No soy yo quien habla, sino la muchacha, o la mujer, que está frente a mí. Nuestros ojos se transformaron en espejos de nuestras almas; tal vez no sólo de nuestras almas, sino de todas las almas de todas las criaturas que en ese momento están caminando, amando, naciendo y muriendo, sufriendo o soñando en este planeta.
-No soy yo...sucede que...
No logro terminar la frase porque las puertas siguen abriéndose y revelando sus secretos. Veo mentiras y verdades, danzas exóticas ante lo que parece ser la imagen de una diosa, marineros luchando contra el mar embravecido, una pareja sentada en una playa mirando el mismo océano, que parece calmado y acogedor.
Las puertas siguen abriéndose, las puertas de los ojos de Hilal, y comienzo a verme a mí mismo, como si ya nos conociéramos de hace mucho, mucho tiempo...
- ¿Qué haces?- pregunta ella.
- El Aleph..."


Aleph - Paulo Coelho.

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